El gran dictador-1940
Finalizada la guerra y tras pasar un tiempo amnésico en un hospital, un barbero judío (Chaplin) vuelve a Tomania y encuentra con un país sometido a la dictadura de Hynkel (Chaplin, de nuevo), un hombrecillo con ansias de gobernar el mundo.
Rebeca-1940
Aunque los grandes hits de Alfred Hitchcock llegarían algunos años más tarde, no podemos olvidarnos de esta escalofriante película con Joan Fontaine y Laurence Olivier.
Su secuencia inicial es, sin duda, una de las más célebres de la historia del cine, y uno de los mejores frases iniciales del cine. Todos volvemos a Manderley cada vez que la vemos.
Las uvas de la ira-1940
Ciudadano Kane -1941
Considerada durante mucho tiempo la mejor película de la historia del cine. Un importante financiero estadounidense, Charles Foster Kane, dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte, muere en su fabuloso castillo de estilo oriental, Xanadú.
La última palabra que pronuncia al expirar es "Rosebud". El país entero y la prensa en general quedan intrigado por saber el significado de esta palabra. Para descubrirlo, un grupo de periodistas se pone a investigar la vida de este hombre prodigioso, que partiendo de la nada llegó a ser el propietario de un gran imperio financiero, en el que la prensa y las emisoras de radio eran su fuente de ingresos.
Murieron con las botas puestas-1941
Después de enfundarse las mallas de Robin Hood, Errol Flynn también portagonizó grandes películas como esta joya de Raoul Walsh. Junto a Olivia de Havilland, el actor interpreta al general George Custer en una historia con grandes dosis de aventuras, humor y heroísmo.
El halcón maltés-1941
John Huston debutó en la dirección para demostrar, con el tercer y al fin triunfal intento de adaptar la novela de Hammett, que el director importaba más que la historia.
Orson Welles haría el resto ese mismo año y devolvería un poder a los cineastas que habían perdido con el final del cine mudo. La película sentaría, además, las bases de ese maravilloso subgénero que llamamos cine negro.
Casablanca-1942
Esta película de Michael Curtiz no necesita presentación: es una de las películas más icónicas de la historia. Humphrey Bogart e Ingrid Bergman protagonizan una historia de amor trágica y melancólica, en la que la voz de Dooley Wilson resuena con intensidad.
Ser o no ser -1942
Ernst Lubistch tenía la capacidad de dar donde más duele, de radiografiar las relaciones, la historia o la sociedad con una elocuencia pasmosa, pero sin levantar nunca la voz más de lo necesario. De hecho, la comedia fue su gran aliada en esta película, uno de los más maravilloso alegatos anti-nazis compuestos jamás.
Laura-1944
Con la que es posiblemente una de las escenas más ambiguas del cine clásico, este film de Otto Preminger es un MUST de la década de los 40.
Como en 'Twin Peaks', el detective protagonista investiga la muerte de una Laura (Dana Andrews), que le mira imponente desde el retrato que cuelga de su salón y acaba por desquiciarle.
Breve encuentro-1945
Aunque su gran obra sería, más tarde, 'Lawrence de Arabia', esta película del británico David Lean no tiene nada que envidiarle.
Situada enteramente en una estación de tren, la historia reúne a dos personas casadas que se ven envueltos en un repentino amor mutuo.
Encadenados-1946
Espías nazis, triángulo amoroso, la llave de una bodega, veneno y un macguffin radiactivo.
Y un mítico beso que se saltó la censura (el férreo Código Hays los limitaba a unos segundos) con talento y estilo: un (primer) plano secuencia de casi tres minutos en el que Grant y Bergman se besan labios, cuello y orejas. Una obra maestra con la que el orondo Hitch consiguió un taquillazo.
El extraño-1946
Tras la Segunda Guerra Mundial los aliados autorizan la fuga de un prisionero nazi, ya que sospechan que este hombre irá en busca de otro importante criminal de guerra que se ha casado con una estadounidense.
Forajidos-1946
Adaptación de un relato corto de Ernest Hemingway con unos sensacionales Burt Lancaster(en su debut en el cine) y Ava Gardner al frente del reparto.
Una obra maestra que obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar y que fue objeto de remake en 1964, cuando Don Siegel estrenó "Código del hampa". El propio Hemingway afirmó que esta era la única buena película que se había hecho sobre alguna de sus obras.
Qué bello es vivir-1946
Fábula navideña protagonizada por George Bailey (James Stewart), un hombre honrado que mantiene como puede a su familia, con un pequeños negocio que está a punto de quebrar.
El día de Nochebuena, agobiado por todas las deudas, decide acabar con su vida. Sin embargo, antes de hacerlo, alguien le va a mostrar lo que pasaría si él no estuviera.
Gilda-1946
Nunca hubo una mujer como Gilda. O al menos eso es lo que rezaban los eslóganes oficiales de la película en su época, que consagró a Rita Hayworth como una estrella absoluta del celuloide.
Además, nos regaló el momento más provocador y sugerente, aunque recatado, de la época.
El sueño eterno-1946
La química entre Lauren Bacall y Humphrey Bogart era demasiado intensa para la gran pantalla. Saltaban chispas. Literalmente. En esta adaptación de la novela negra de Raymond Chandler dirigida por Howard Hawks, ambos se comen la pantalla.
Los mejores años de nuestra vida-1946
Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados supervivientes, algunos con taras físicas, regresan a los Estados Unidos. Aunque al principio se les trata como héroes, poco tiempo después comienzan a verse marginados.
Retorno al pasado-1947
Vida en sombras-1948
Una de las mejores películas del cine español es también, curiosamente, una de las más desconocidas. La única obra de Lorenzo Llobet-Gràcia es un deslumbrante ejercicio de cine, de emoción, de forma. Imprescindible.
Ladrón de bicicletas-1948
Las zapatillas rojas-1948
Este clásico que es toda una joya «oculta», puesto que aunque cinéfilos de todo el mundo coinciden en considerarla una película de culto (es, sin ir más lejos, una de las preferidas de Martin Scorsese, que participó activamente en su restauración), no suele ser de la que más se habla cuando nos referimos a «Las mejores películas de la historia del cine».
¿Por qué? Tal vez por su cierto carácter subversivo, su complejidad y la forma en la que los temas femeninos son tratados por medio de símbolos no siempre fáciles de descifrar.
Los sacrificios necesarios para triunfar en el mundo del ballet se retratan con total crudeza en esta película de Michael Powell y Emeric Pressburger. Esas zapatillas rojas que presiden el título son el objeto de atracción y sufrimiento de una mujer dispuesta a todo para destacar.
El tesoro de Sierra Madre-1948
Humphrey Bogart, Walter Huston y Tim Holt conforman el trío protagonista de este clásico de John Huston.
Los sentimientos humanos más bajos, como la avaricia y la envidia, se exponen en una búsqueda clásica de la fiebre del oro de principios del siglo XX.
Primavera tardía-1949
En esta lista no podía faltar un director como Yasujiro Ozu. Aunque sería en los años 50, fuera de los límites que hemos marcado, cuando dirigiría 'Cuentos de Tokio' (su gran obra maestra), esta 'Primavera tardía' es un gran ejemplo de su estilo cinematográfico y su sensibilidad.
La soga-1948
No se podía hablar de historia del cine sin Hitchcock. Lo cierto es que el inglés no cesó de inventar y crear en todas sus películas, pero su mayor órdago estético nos lo regaló aquí, en donde fingió crear la cinta en un solo plano secuencia, pese al tiempo limitado de la cinta.
Logró ocultar los cortes tapando la imagen con obstáculos o con los actores.
Menos escondida estaba la relación homosexual de los protagonistas, algo muy habitual en el cine del maestro ingles.
Mujercitas 1949
El bello color se suma a una historia casi calcada a la de la versión del 33, escena por escena, a la que suma una mejor factura visual y formal.
Janet Leigh se erige como la Meg más carnal, madura y presente de las cuatro entregas.
Elizabeth Taylor, por su parte, encarna como nadie la belleza caprichosa e infantil de Amy.
La gran Mary Astor interpreta a la matriarca de las March con un gran equilibrio de fuerza y bondad, de medida gestualidad, que parecen imitar las futuras Sarandon y Dern.
El tercer hombre-1949
El cine británico dio uno de los retratos más punzantes de los inicios de la Guerra Fría en Viena, adaptando una novela de Graham Greene, quien se ocuparía del guión.
Dirigida por Carol Reed, el film tiene como elemento central una misteriosa figura que se esconde entre las sombras de la noche.
Fuentes:
Fotogramas.
Cine Prime.
Parece amor pero no lo es
Filmaffinity
Varios.