viernes, 7 de marzo de 2025

Películas de la década de los 40.

 



El gran dictador-(Charles Chaplin-1940).



Finalizada la guerra y tras pasar un tiempo amnésico en un hospital, un barbero judío (Chaplin) vuelve a Tomania y encuentra con un país sometido a la dictadura de Hynkel (Chaplin, de nuevo), un hombrecillo con ansias de gobernar el mundo.


Rebeca-(Alfred Hitchcock-1940).



Aunque los grandes hits de Alfred Hitchcock llegarían algunos años más tarde, no podemos olvidarnos de esta escalofriante película con Joan Fontaine y Laurence Olivier. 

Su secuencia inicial es, sin duda, una de las más célebres de la historia del cine, y uno de los mejores frases iniciales del cine. Todos volvemos a Manderley cada vez que la vemos.

Las uvas de la ira-(John Ford-1940).



John Ford retrató en esta película la Gran Depresión norteamericana, en base a la novela de John Steinbeck. Su protagonista, Henry Fonda, interpreta a un hombre de familia que vuelve de su estancia en prisión para encontrarse con la miseria de una época.

Ciudadano Kane- (Orson Welles-1941).



Considerada durante mucho tiempo la mejor película de la historia del cine. Un importante financiero estadounidense, Charles Foster Kane, dueño de una importante cadena de periódicos, de una red de emisoras, de dos sindicatos y de una inimaginable colección de obras de arte, muere en su fabuloso castillo de estilo oriental, Xanadú. 

La última palabra que pronuncia al expirar es "Rosebud". El país entero y la prensa en general quedan intrigado por saber el significado de esta palabra. Para descubrirlo, un grupo de periodistas se pone a investigar la vida de este hombre prodigioso, que partiendo de la nada llegó a ser el propietario de un gran imperio financiero, en el que la prensa y las emisoras de radio eran su fuente de ingresos.


Murieron con las botas puestas-(Raoul Walsh-1941).



Después de enfundarse las mallas de Robin Hood, Errol Flynn también portagonizó grandes películas como esta joya de Raoul Walsh. Junto a Olivia de Havilland, el actor interpreta al general George Custer en una historia con grandes dosis de aventuras, humor y heroísmo.

El halcón maltés-(John Huston-1941).


John Huston debutó en la dirección para demostrar, con el tercer y al fin triunfal intento de adaptar la novela de Hammett, que el director importaba más que la historia. 

Orson Welles haría el resto ese mismo año y devolvería un poder a los cineastas que habían perdido con el final del cine mudo. La película sentaría, además, las bases de ese maravilloso subgénero que llamamos cine negro.

¡Qué verde era mi valle!-(John Ford-1941).


La película que le quitó el Óscar a "Ciudadano Kane". Muchos años antes de que el realismo social británico de Ken Loach y compañía arrasara por doquier, John Ford dedicaba esta obra maestra a una familia de mineros galeses. Basada en el best-seller de Richard Llewellyn, ganó hasta 5 Óscars.

Escena película-"El valor de la oración" (Gracias Alberto por enviármela)


Casablanca-(Michael Curtiz-1942).



Esta película de Michael Curtiz no necesita presentación: es una de las películas más icónicas de la historia. Humphrey Bogart e Ingrid Bergman protagonizan una historia de amor trágica y melancólica, en la que la voz de Dooley Wilson resuena con intensidad.


Ser o no ser -(Ernst Lubitsch-1942).



Ernst Lubistch tenía la capacidad de dar donde más duele, de radiografiar las relaciones, la historia o la sociedad con una elocuencia pasmosa, pero sin levantar nunca la voz más de lo necesario. De hecho, la comedia fue su gran aliada en esta película, uno de los más maravilloso alegatos anti-nazis compuestos jamás.

Laura-(Otto Preminger-1944).


Con la que es posiblemente una de las escenas más ambiguas del cine clásico, este film de Otto Preminger, es un buen ejemplo para  los amantes del cine en la década de los 40

Como en 'Twin Peaks', el detective protagonista investiga la muerte de una Laura (Dana Andrews), que le mira imponente desde el retrato que cuelga de su salón y acaba por desquiciarle.

Perdición-(Billy Wilder-1944)


La adaptación de la novela "Pacto de sangre", de James M. Cain, adaptada por Raymond Chandler y Billy Wilder, fue nominada a 7 Oscar. 
Está considerada como una de las obras cumbre del cine negro y la película en la que se reflejan la mayoría de títulos del género.

 Inolvidable Barbara Stanwyck como pérfida femme fatale.


Breve encuentro-(David Lean-1945).

Aunque su gran obra sería, más tarde, 'Lawrence de Arabia', esta película del británico David Lean no tiene nada que envidiarle.

 Situada enteramente en una estación de tren, la historia reúne a dos personas casadas que se ven envueltos en un repentino amor mutuo.

Encadenados-(Alfred Hitchcock-1946).


El beso más largo del mundo
 Espías nazis, triángulo amoroso, la llave de una bodega, veneno y un macguffin radiactivo. 

Y un mítico beso que se saltó la censura (el férreo Código Hays los limitaba a unos segundos) con talento y estilo: un (primer) plano secuencia de casi tres minutos en el que Grant y Bergman se besan labios, cuello y orejas. Una obra maestra con la que el orondo Hitch consiguió un taquillazo.

El extraño-(Orson Welles-1946).


Tras la Segunda Guerra Mundial los aliados autorizan la fuga de un prisionero nazi, ya que sospechan que este hombre irá en busca de otro importante criminal de guerra que se ha casado con una estadounidense.

Forajidos-(Robert Siodmak-1946).


Adaptación de un relato corto de Ernest Hemingway con unos sensacionales Burt Lancaster(en su debut en el cine) y Ava Gardner al frente del reparto. 

Una obra maestra que obtuvo cuatro nominaciones a los Oscar y que fue objeto de remake en 1964, cuando Don Siegel estrenó "Código del hampa". El propio Hemingway afirmó que esta era la única buena película que se había hecho sobre alguna de sus obras.

Qué bello es vivir-(Frank Capra-1946).



Fábula navideña protagonizada por George Bailey (James Stewart), un hombre honrado que mantiene como puede a su familia, con un pequeños negocio que está a punto de quebrar. 

El día de Nochebuena, agobiado por todas las deudas, decide acabar con su vida. Sin embargo, antes de hacerlo, alguien le va a mostrar lo que pasaría si él no estuviera.

Gilda-(Charles Vidor-1946).



Nunca hubo una mujer como Gilda. O al menos eso es lo que rezaban los eslóganes oficiales de la película en su época, que consagró a Rita Hayworth como una estrella absoluta del celuloide

Además, nos regaló el momento más provocador y sugerente, aunque recatado, de la época.

El sueño eterno-(Howard Hawks-1946).



La química entre Lauren Bacall y Humphrey Bogart era demasiado intensa para la gran pantalla. Saltaban chispas. Literalmente. En esta adaptación de la novela negra de Raymond Chandler dirigida por Howard Hawks, ambos se comen la pantalla.

Los mejores años de nuestra vida-(William Wyler-1946).


Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), los soldados supervivientes, algunos con taras físicas, regresan a los Estados Unidos. Aunque al principio se les trata como héroes, poco tiempo después comienzan a verse marginados.

Retorno al pasado-(Jacques Tourneur-1947).


 Un antiguo detective, posee una gasolinera en un pequeño pueblo, donde lleva una vida tranquila y sencilla. Sus amores son la pesca y una joven con la que quiere casarse. Inesperadamente, recibe la visita de un viejo conocido que le anuncia que el jefe quiere verlo. Bailey se ve entonces obligado a contarle a su novia su turbio pasado.

Vida en sombras-(Llorenç Llobet-Gràcia-1948).


Una de las mejores películas del cine español es también, curiosamente, una de las más desconocidas. La única obra de Lorenzo Llobet-Gràcia es un deslumbrante ejercicio de cine, de emoción, de forma. Imprescindible.

Ladrón de bicicletas-(Vittorio De Sica-1948).


Icono del neorrealismo italiano, esta película de Vittorio de Sica retrata la miseria y la pobreza de una época, con un padre y un hijo que todo lo que necesitan para sobrevivir es una bicicleta. Su odisea pondrá en duda todas tus convicciones.

Las zapatillas rojas-(Michael Powell y Emeric Pressburger-1948).


Este clásico que es toda una joya «oculta», puesto que aunque cinéfilos de todo el mundo coinciden en considerarla una película de culto (es, sin ir más lejos, una de las preferidas de Martin Scorsese, que participó activamente en su restauración), no suele ser de la que más se habla cuando nos referimos a «Las mejores películas de la historia del cine». 

¿Por qué? Tal vez por su cierto carácter subversivo, su complejidad y la forma en la que los temas femeninos son tratados por medio de símbolos no siempre fáciles de descifrar.

Los sacrificios necesarios para triunfar en el mundo del ballet se retratan con total crudeza en esta película de Michael Powell y Emeric Pressburger. Esas zapatillas rojas que presiden el título son el objeto de atracción y sufrimiento de una mujer dispuesta a todo para destacar.

El tesoro de Sierra Madre-(John Huston-1948).


Humphrey Bogart, Walter Huston y Tim Holt conforman el trío protagonista de este clásico de John Huston

Los sentimientos humanos más bajos, como la avaricia y la envidia, se exponen en una búsqueda clásica de la fiebre del oro de principios del siglo XX.

Primavera tardía-(Yasujirō Ozu-1949).



En esta lista no podía faltar un director como Yasujiro Ozu. Aunque sería en los años 50, fuera de los límites que hemos marcado, cuando dirigiría 'Cuentos de Tokio' (su gran obra maestra), esta 'Primavera tardía' es un gran ejemplo de su estilo cinematográfico y su sensibilidad.

La soga-(Alfred Hitchcock-1948).



No se podía hablar de historia del cine sin Hitchcock. Lo cierto es que el inglés no cesó de inventar y crear en todas sus películas, pero su mayor órdago estético nos lo regaló aquí, en donde fingió crear la cinta en un solo plano secuencia, pese al tiempo limitado de la cinta. 

Logró ocultar los cortes tapando la imagen con obstáculos o con los actores. 
Menos escondida estaba la relación homosexual de los protagonistas, algo muy habitual en el cine del maestro ingles.

Mujercitas- (Mervyn LeRoy-1949).


El bello color se suma a una historia casi calcada a la de la versión del 33, escena por escena, a la que suma una mejor factura visual y formal. 

Janet Leigh se erige como la Meg más carnal, madura y presente de las cuatro entregas. 
Elizabeth Taylor, por su parte, encarna como nadie la belleza caprichosa e infantil de Amy. 
La gran Mary Astor interpreta a la matriarca de las March con un gran equilibrio de fuerza y bondad, de medida gestualidad, que parecen imitar las futuras Sarandon y Dern.

El tercer hombre-(Carol Reed-1949).


El cine británico dio uno de los retratos más punzantes de los inicios de la Guerra Fría en Viena, adaptando una novela de Graham Greene, quien se ocuparía del guión. 

Dirigida por Carol Reed, el film tiene como elemento central una misteriosa figura que se esconde entre las sombras de la noche.



Fuentes:

Fotogramas.
Cine Prime.
Parece amor pero no lo es
Filmaffinity
Varios.


domingo, 2 de marzo de 2025

Películas de la década 1920-39

 


Los años veinte tienen algo muy especial. El cine mudo estaba alcanzando la madurez de sus formas expresivas pero la industria todavía no había tomado el control e impuesto estrictas reglas a la creatividad. 

El séptimo arte todavía era el campo de juegos de todo innovador y artista visionario. Por eso, en la década de la que ahora se cumple un siglo, casi todas las vanguardias artísticas se adentraron en ese invento, ya no tan reciente, de la imagen en movimiento.

Películas más icónicas de la década  20-30


Edito: Por petición especial de mi querido Alberto, pongo esta película, aunque no entra en el rango de la época...pero cómo buen cinéfilo, sus deseos son órdenes.

Intolerancia -(David W. Griffith-1916).


Existen numerosos ejemplos de cómo el odio y la intolerancia se han enfrentado a la caridad y al amor a lo largo del tiempo.
El estreno de "El nacimiento de una nación" reportó a D. W. Griffith críticas a su ideología reaccionaria y racismo. 

Su respuesta inmediata fue la producción de INTOLERANCIA, una visión de la conducta intolerante de la humanidad a través de la Historia y sus, siempre, terribles secuelas. 

Llevando hasta las últimas consecuencias la técnica del montaje paralelo, se podían seguir simultáneamente cuatro historias unidas por la figura de una madre meciendo la cuna de su hijo: la de Babilonia, ambientada en el año 539 a. de J.C.; la de Judea, que narraba el martirio y muerte de Jesucristo; la de Francia, ambientada en el año 1572, y la de la época moderna ambientada en 1914.

Una semana-(Buster Keaton y Edward F. Cline-1920).


Muchos dicen que los largometrajes de Chaplin son mejores que los de Keaton, pero también hay que decir que los cortos de Keaton son superiores a los del inglés. Gracias al cine, tenemos a ambos. 

Keaton se enfrenta a la construcción de una casa creando imágenes tan célebres como la de la chica que tapa la cámara para salir de la ducha o el muro que se derrumba sobre Keaton, que permanece ileso al atravesar el hueco de la ventana.

El Golem-(Paul Wegener y Carl Boese -1920).


Icónica película del expresionismo alemán basada en una leyenda judía sin la que es imposible imaginar el cine de terror y el triunfo del mito de Frankenstein. 

Aquí, sin embargo, el Golem es una estatua de piedra creada por un rabino experto en nigromancia que cobra vida para proteger a sus habitantes. Cumplido su cometido, después se volverá incontrolable. De enorme influencia, hablamos de la primera película de “monstruos” de la historia del cine (que se conserva).

El gabinete del Doctor Caligari- (Robert Wiene-1920).



Otro clásico alemán que, además de ser fundamental para crear eso que llamamos género de terror, es de las pocas piezas consideradas puro cine expresionista.

 La ambientación y la deformación de los decorados, los ropajes y los rostros, enseñó al séptimo arte eso que hoy en día conocemos como atmósfera. Tiene una trama muy similar a 'El Golem' y, como esta, sobre ella planea la sombra de una Alemania que ya tenía implantada el gen nazi y antisemita.

La carreta fantasma-(Victor Sjöström-1921).


Clásico indispensable en la historia del cine europeo basado en la novela "El carro fantasma" de la escritora sueca Selma Lagerlöf, la primera mujer en obtener un Premio Nobel de Literatura (1909).

Sí, además Kubrick le debe a esta película la imagen del hacha y la puerta de ‘El resplandor’.


El Chico- (Charles Chaplin-1921).


Punto de inflexión en la historia del cine ya que, si bien fue ‘El romance de Charlot’ (Mark Sennett, 1914) el primer largometraje cómico, no fue hasta que Chaplin le añadió melodrama y pura emoción cuando este funcionó. ‘El chico’ sumó al slapstick cómico del maestro una historia muy emotiva entre un bebé extraviado y el vagabundo que lo cuida. 
En 68 minutos escasos, Chaplin consiguió que nos revolviéramos de la risa, nos levantásemos de emoción y llorásemos… De rabia y alegría.

El Doctor Mabuse-(Fritz Lang-1922).



Antes de que las historietas y los cómics de superhéroes aparecieran, Lang creó la figura del villano que quiere dominar y destruir el mundo, y el concepto no ha variado mucho desde entonces. 
Si la maldad del Doctor Mabuse es fundamental para entender el resto de la historia de cine, no lo es menos la investigación policial para dar con él, especialmente en la segunda parte, ‘El testamento del Doctor Mabuse’ (1933), primeros pasos del cine policíaco.

Nanuk, el esquimal-(Robert J. Flaherty-1922).


Para muchos el primer largometraje documental de la historia es también el mejor. 

La historia de Nanuk y su pueblo en los helados paisajes del polo, su forma de construir un iglú o de cazar, siguen asombrando, por mucho National Geographic que hayamos visto desde entonces.

Nosferatu- (F. W. Murnau-1922).



Con permiso de ‘El Golem’ y ‘El gabinete del Doctor Caligari’, si hay una película que creara eso que llamamos terror, es esta obra inmortal de Murnau. 

Pequeña deformación de la historia de Drácula (para no pagar unos derechos que al final sí tuvieron que abonar), el juego de sombras, pasillos y expresiones de la película conforma un relato de ritmo casi musical, un baile satánico que estremeció a los espectadores de todo el mundo. Incluso se difundió el rumor de que el protagonista era realmente un vampiro al que le habían ofrecido el cuello de la actriz protagonista como pago por colaborar. 

El hombre mosca-(Fred C. Newmeyer y Sam Taylor-1923).



Demasiado a menudo hablamos solo de Charles Chaplin y Buster Keaton y olvidamos a Harold Lloyd, quizás el más exitoso de los tres en el momento en que estrenó esta maravilla. 

Por encima de la típica historia de chico ingenuo y amor, ha quedado la genial secuencia de Lloyd escalando un edificio, culminada con él colgando de las agujas del reloj, una de las escenas más míticas de la historia del cine.

Los Nibelungos Parte 1 y 2-(Fritz Lang-1924).



Salvo por los diálogos, poco tienen que envidiar los nibelungos de Lang a la espectacularidad de ‘El señor de los anillos’ de Peter Jackson.

 El genio alemán adaptó la vieja leyenda del héroe Sifrido y la venganza de su amada Krimilda en un espectacular díptico de aventuras, lleno de enormes batallas, pruebas épicas, enfrentamientos mitológicos, traiciones y sorpresas.

El ladrón de Bagdad-(Raoul Walsh-1924).


 Douglas Fairbanks en su mejor papel, adaptó un cuento de ‘Las mil y una noches’ que conforma el mayor éxito de aventuras de los años 20 en Hollywood. 
Tuvo un excepcional remake a color en 1940 y hasta el ‘Aladdin’ de Disney se puede considerar otro, pero nada como el original y su maravilloso y maravillado sentido de la fantasía.

Avaricia-(Erich Von Stroheim-1924).


Solo 12 personas tuvieron el privilegio de ver la copia completa, que hoy se conoce entre los recuperadores de material fílmico como El Santo Grial. 

Cuenta la historia de un matrimonio consumido por la codicia tras ganar la lotería. De paso, innovó en cosas como el uso de exteriores, el realismo de las interpretaciones, el uso parcial del color o una atmósfera cercana al posterior neorrealismo italiano. Imprescindible.

El Moderno Sherlock Holmes-(Buster Keaton-1924).



Todo cinéfilo ha soñado alguna vez con eso que Keaton ideó en 1924, conseguir meterse dentro de la pantalla de cine. En realidad se trata de un tímido proyeccionista que un día se queda dormido y se imagina dentro de la película que proyecta. 

Allí se convertirá en un valiente detective que luchará por salvar a su amada. Una de las primeras y más geniales muestras de cine dentro del cine que, además de una avanzada conciencia del medio, está repleta de mucho humor y todavía hoy asombrosos trucos visuales.

Ben-Hur-(Fred Niblo-1925).



Solo una película tan gigantesca como la ‘Ben-Hur’ de Charlton Heston podría hacernos olvidar demasiado a menudo que se trata de un remake de otra cinta igual de maravillosa.

 Aunque en su totalidad es menos espectacular, dura 70 minutos menos y la secuencia de la carrera de cuadrigas es, por lo menos, igual de asombrosa.

El fantasma de la ópera-(Rupert Julian-1925).



Las escenas más importantes de esta película se colorearon a mano, creando una espectacular variedad visual en medio de este influyente cuento de terror. 

La novela de Gaston Leroux, tantas veces adaptada, sigue contando en esta versión muda con la mejor adaptación al cine de su relato gótico de celos y conspiraciones. 

La quimera del oro-(Charles Chaplin-1925).



Chaplin en la nieve buscando oro fue una de las premisas que el genio inglés supo explotar de manera más bella y visual.

 El baile de los panecillos, la casa que se tambalea, el zapato que se come o la amargura de un final que engaña componen una de las obras icónicas de la figura más importante de la historia del cine.

Fausto-(F.W. Murnau-1926).



Murnau estuvo más que a la altura llevando a imágenes la obra cumbre de Goethe en esta apasionante película sobre un pensador que vende el alma al diablo en pos del conocimiento.

 La maldad del diablo, el arrepentimiento del protagonista y la enorme potencia de la atmósfera componen una película de aires operísticos, grandilocuencia e intensidad.

Metrópolis-(Fritz Lang-1927).



Aunque algunas películas adscritas al futurismo también fueron precursoras, es innegable que ‘Metrópolis’ es la cinta madre del cine de ciencia ficción. 

Ambientada en un futuro (para la época) año 2000, la cinta recrea una enorme ciudad llena de rascacielos y coches voladores que oculta una realidad subterránea, llena de obreros explotados que se mueven en rebaño. Todo cambiará cuando el hijo del hombre más poderoso de la ciudad se enamore de una chica humilde del subterráneo y vea la realidad bajo sus lujos. A la vez, hay un científico que consigue dar vida a su robot, al que dota del mismo aspecto que la joven. 

La pasión de Juana de Arco-(Carl Theodor Dreyer-1928).



Sin diálogos, en el cine primaban los planos más lejanos, en los que se pudiese ver la acción y la expresividad corporal de los intérpretes. 


Sin embargo, Dreyer se adentró en contar las últimas horas de Juana de Arco a través de primeros planos de una Maria Falconetti cuya emotividad en imágenes nunca ha sido superada. Dreyer consiguió transformar la potencia de una imagen en discurso de forma clara, emocional y poderosa, y lo hizo explorando un rostro hasta un extremo que habría hecho a los grandes pintores de la historia desear hacer cine.

Un perro andaluz-(Luis Buñuel-1929).



No podíamos dejar de nombrar aquí la ópera primera de Buñuel con guion del de Calanda junto con Salvador Dalí. 

Esta mítica obra en donde las nubes cortan hojas y las manos son hormigueros está llena de secuencias inconexas precisamente ideadas para carecer de más lógica que la surrealista, movimiento de la que es precursora.

Películas más icónicas de la década de los 30


La década de 1930 fue una época de gran turbulencia en el mundo, con la Gran Depresión y la amenaza de la Segunda Guerra Mundial. 
En este contexto, el cine de terror ofrecía a las audiencias una vía de escape, permitiéndoles enfrentar sus miedos y ansiedades de una manera segura y controlada.

 Luces de la ciudad- (Charles Chaplin-1931).


Quizás la historia romántica con el mejor final logrado del cine.

 Magnífica, esperanzadora, tragicómica. Chaplin nos recuerda lo hermoso de enamorarse, de vivir por alguien.

La parada de los monstruos-(Tod B.Freaks-1932).


Una de las joyas fundamentales del cine clásico así como la más aclamada y conocida película de Tod Browning. 

Obra de culto indiscutible que ha inspirado a multitud de películas.

King Kong-(Merian C. Coopery Ernest B. Schoedsack-1933).


La película que dio imagen al Festival de Sitges es, además, una de las más icónicas de la historia del cine. El momento en que King Kong es abatido por las avionetas y cae desde lo alto del Empire State de Nueva York nunca desaparecerá de nuestra memoria.
Sucedió una noche-(Frank Capra-1934).


Una de las grandes comedias románticas de todos los tiempos y una de las películas de amor que tienes que ver antes de morir.

Una divertidísima aventura con un periodista testarudo e ingenioso (Clark Gable) y una mujer acomodada pero rebelde (Claudette Colbert). ¿Qué podría salir mal? Frank Capra compuso una de las historias de amor más divertidas y cachondas del cine.

La novia de Frankenstein-(James Whale-1935).


El cine de terror ha sido un género que ha cautivado a audiencias de todo el mundo durante décadas.

 Y dentro de este género, hay una película que se destaca como una verdadera joya: La Novia de Frankenstein (1935). En esta ocasión, exploraremos esta icónica película de terror, analizando su historia, su impacto cultural y su legado en la industria cinematográfica.

Una noche en la ópera-(Sam Wood-1935).



No se puede ser un buen cinéfilo sin haber visto algo de los hermanos Marx. Aunque 'Sopa de ganso' o 'Un día en las carreras' también son grandes opciones, esta es posiblemente la más reconocida y delirante de todas. 

Su sentido del humor no tiene desperdicio. Es, por eso, una de las mejores películas clásicas para ver.

Tiempos modernos -(Charlie Chaplin-1936).


Cuando el sonido ya había llegado al cine, Charles Chaplin siguió haciendo de las suyas: actuar sin decir una palabra. ¡Y de qué manera! 

Esta película es todo un clásico, además de una crónica implacable de la sociedad moderna y el sistema industrial.

La gran ilusión-(Jean Renoir-1937).


Es un imprescindible del cine clásico.

 En esta película mira a la guerra con complejidad y sin estereotipos, con un humanismo a flor de piel. Su retrato de la camaradería masculina en la Primera Guerra Mundial es inolvidable.

La fiera de mi niña-(Howard Hawks-1938).



Dentro de la screwball comedy, esta película de Howard Hawks es la reina
Katharine Hepburn y Cary Grant hacen una pareja delirante, llena de contrastes, y con una vis cómica insuperable.

La diligencia-(John Ford-1939).


John Wayne empezó su largo recorrido en el cine con películas como esta de John Ford: westerns de arena, pistolas y apaches, pero con un inconfundible sello de autor. 

En este caso, el elemento principal es la diligencia, dentro de la que un grupo de extraños viajan y afrontar peligros. Claro, uno de los mejores westerns de la historia del cine.


El mago de Oz-(Victor Fleming-1939).


Nunca un cambio de blanco y negro a color fue tan impactante. Este musical de Victor Fleming con la joven promesa Judy Garland llegó a lo más alto de Hollywood

Su éxito fue brutal, y aún hoy es un musical imprescindible para cualquier cinéfilo que se precie, y, claro, uno de los mejores musicales de la historia del cine.

Lo que el viento se llevó-(Victor Fleming,G.Cukor, S.Wood-1939).



Fue una de las grandes producciones del Hollywood de los estudios, de aquella época donde todo parecía posible en la ciudad de los sueños. 

Vivien Leigh y Clark Gable llevan el peso de una historia de grandes dimensiones, basada en la novela de Margaret Mitchell,y que contiene alguna de las frases y escenas más célebres de la historia.









Fuentes:
Fotogramas.
Cine Prime.
Puñalada.com
Esculpiendo el tiempo.
Varios.